De ser un joven tímido e introvertido, Luis Raúl Domínguez pasó a convertirse en un académico cercano y disruptivo en el Tec de Monterrey
Por Susan Irais | Redacción Nacional de CONECTA - 03/10/2025 Fotos Kevin Chaires
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Las luces del escenario bajan y en el centro aparece un teclado. Luis Raúl Domínguez entra, se sienta, pone las manos sobre las teclas, se acerca al micrófono y empieza a cantar Have You Ever Seen the Rain? de Creedence Clearwater Revival.

No es un concierto, sino una charla del decano de Liderazgo y Formación Estudiantil (LiFE) del Tec de Monterrey, donde entre canción y canción de entre un repertorio que va desde The Beatles a Lady Gaga, habla de propósito, florecimiento humano y autenticidad.

De negro, con lentes al estilo Johnny Depp y cabello largo y rizado, su presencia en el escenario confirma el apodo que lo acompaña: “Luis Raúl, el rockstar”. Así que resulta difícil imaginar que en secundaria fue un joven tímido o que alguna vez portó traje y corbata.

Esa transformación no ocurrió de un día para otro. Fue el resultado de decisiones y riesgos, entre ellos el más importante: dejar la vida empresarial para abrazar su verdadera vocación.

“La transformación que más orgullo me da es cuando decidí ser profesor y dedicarme a la educación. Si lo volviera a vivir, hubiera tomado la misma decisión”, dice. Desde entonces entendió que enseñar no era solo transmitir conocimientos, sino abrir caminos para que otros encontraran sentido y pertenencia.

 

Luis Raúl Domínguez toca la guitarra
“Esos elementos de autenticidad te dan todavía más fortaleza de demostrarte con lo que eres y no con lo que pareces”. /Foto: Kevin Chaires

El inicio de la transformación: de tímido a "rockstar"

En contraste con el Luis Raúl de cabello largo, lentes oscuros, un arete y ropa colorida, en secundaria era totalmente diferente.

Era un chico muy retraído, muy introvertido, con pocos amigos, muy calladito, muy estudioso”.

El cambio llegó en la preparatoria, cuando se mudó a casa de su abuela en Chihuahua para estudiar en PrepaTec.

“Fue liberación total. Vivía con mi abuela, que era muy tierna y me cuidaba, pero yo ya tenía amigos, me iba a fiestas y a las discos”.

Aunque para Luis Raúl las transformaciones que ha vivido “son más graduales de lo que aparenta”, esta etapa marcó el inicio.

Cuando entró a profesional en la década de los 90 en el Tec de Monterrey campus Monterrey, vino su primer riesgo. 

“Empecé estudiando Ingeniería Industrial porque no tenía ni idea qué iba a hacer con mi vida, después de dos años dije: 'Esto no es lo mío'”.

La decisión de cambiar a Negocios Internacionales no fue sencilla, carrera en la que se graduó en 1996.

“Mi papá me dejó de hablar como un mes, porque soñaba que su hijo fuera ingeniero”.

Ese fue solo el inicio. 

La apuesta más radical llegaría después, cuando decidió dejar la vida empresarial para entregarse a la docencia.

 

 

Un salto hacia la educación

Luis Raúl reconoce que dedicarse a la docencia fue una de las transformaciones más importantes de su vida. 

“La transformación que a mí me hace sentir más orgulloso es cuando decidí ser profesor y dedicarme a la educación, porque cuesta trabajo arrojarte y elegir”.

En ese momento tenía todo listo para seguir otro camino: ya dominaba el comercio exterior, la ley aduanera, las negociaciones internacionales.

Además, tenía las condiciones para no arriesgarse: contaba con una beca de posgrado, acababa de casarse y todo parecía apuntar a una vida estable. 

Aun así, eligió el riesgo y se fue a estudiar un doctorado por la Universidad de Deusto y un MBA por Angelo State University, para después regresar al Tec.

Su primer puesto fue como profesor en el Departamento de Negocios Internacionales, y desde ahí comenzó una vida académica que combinaba la docencia con responsabilidades directivas. 

“Ahí empezó mi vida académica de profesor y soy el más feliz. Como dicen el cliché, si lo volviera a vivir hubiera tomado la misma decisión”.

 

Luis Raúl Domínguez
Ya sea con guitarra o un teclado. Luis Raúl hace de sus conferencias un miniconcierto. Foto: Luis Raúl Domínguez.

 

Curiosamente, él mismo subraya que nunca ha sido un profesor de tiempo completo: siempre dio algunas clases (tres en aquel entonces), pero simultáneamente asumió roles de gestión y liderazgo. 

Se desempeñó como director general de los campus Cuernavaca y Chihuahua, así como director académico de las Zonas Norte, Sur y Occidente.

Luego vino un cambio, que al inicio parecía un retroceso. 

En ese entonces era vicerrector de Normatividad Académica y le ofrecieron un movimiento hacia abajo, a la Dirección de Formación Co-curricular. 

Con el tiempo entendió que aceptar fue un acierto.

“El tomar esa decisión de moverte y cambiarte fue algo que me dio la oportunidad de hacer un cambio repentino en tu vida y frontal, y decir: oye, pues fíjate que se está escribiendo el Tec de manera diferente y puedo ser protagonista de esa nueva etapa”.

 

Luis Raúl Domínguez al piano
“Si Henry Kasonde Musoma se ponía a cantar como loco en las conferencias, ¿por qué no utilizar la música para conectar con los chicos? De paso nos divertimos y rompemos el esquema”. /Foto: Kevin Chaires

 

Romper la formalidad

La etapa más visible de su historia ocurrió dentro del Tec. Fue como salir del clóset académico, de la formalidad y todo, y decir: puedo ser la persona que quiero ser”.

Ese cambio coincidió con la llegada de Salvador Alva a la presidencia del Tec. 

En una reunión lanzó una pregunta que a Luis Raúl nunca se le olvidó: “¿Con quién les gustaría trabajar? ¿Con Steve Jobs en los 70, todo greñudo, o con unos banqueros de traje negro, corbata vino y cara gruñona?”.

“Son cosas que se te quedan y pareciera ingenuo, pero dices: '¿Por qué este señor está diciendo esto?'”, recuerda. 

Poco a poco comenzó a ver colegas que rompían con la rigidez y entendió que él también podía hacerlo.

La corbata de moño, los trajes impecables y el cabello corto dieron paso a otro estilo: melena larga, aretes y un aire más relajado.

“Te das cuenta que no pasa nada: tu trabajo sigue siendo el mismo y esos elementos de autenticidad te dan todavía más fortaleza de demostrarte con lo que eres y no con lo que pareces”.

Ese gesto de autenticidad resonó dentro y fuera del campus. 

Colegas y estudiantes descubrieron a un decano distinto, cercano, que rompía esquemas sin perder seriedad.

 

"El florecer es vivir a plenitud. En esa búsqueda, preguntarte cuál es tu papel en este mundo es lo que le da sentido a todo".

 

luis-raul-dominguez
Luis Raúl Domínguez Blanco es el decano de Liderazgo y Formación Estudiantil (LiFE) / Foto: Kevin Chaires

 

Cuando la música enseña

Si hay un hilo que atraviesa cada etapa de su vida, es la música. 

“Un día llegó Santa Claus y apareció un órgano Baldwin de doble piso; desde entonces la música siempre ha estado ahí”.

Más tarde llegó la guitarra, el coro del Tec —donde conoció a su esposa— y las experiencias de teatro. 

“Fui actor, estuve en la compañía de teatro, tuve lecturas de atril con Diana Bracho, con Héctor Bonilla. Fueron experiencias maravillosas”.

Esa pasión se transformó en herramienta de liderazgo: “Si Henry Kasonde Musoma se ponía a cantar como loco en las conferencias, ¿por qué no utilizar la música para conectar con los chicos? De paso nos divertimos y rompemos el esquema”.

Así fue como nacieron sus conferencias de Rockstar Leadership con piano, guitarra y canciones de Lady Gaga o rock clásico para hablar de propósito, florecimiento humano y autenticidad, 

 

Luis Raúl Domínguez
Luis Raúl Domínguez tiene  un estilo característico de usar música para conectar con los estudiantes. Foto: Luis Raúl Domúnguezz.

 

Educar para florecer

A sus 52 años, Luis Raúl Domínguez tiene claro su propósito de vida. Pero no siempre fue así. 

“Sin duda alguna eso lo descubrí con los años. La educación era una forma de ir encontrando eso. No te creas que a los 23 años te hubiera podido contestar esto. En el momento presente las cosas son muy difusas y amorfas; el tiempo es el que te da la perspectiva”.

En aquel entonces no conocía la pedagogía, pero sentía el impulso de conversar y transmitir lo que sabía a otras personas. 

“Lo que estudié, el dominio y el comercio exterior, las negociaciones internacionales, dejar todo eso como parte ocupacional y dedicarme a enseñar fue un salto fuerte. Pero me gustaba mucho platicar con la gente y compartir lo que sabía, y ahí entendí que ese camino me hacía feliz”.

Eso sería lo después se volvería su brújula: educar no solo para formar profesionales, sino para acompañar a las personas en la búsqueda de sentido. 

“Desde el principio fue la educación, pero no en el sentido profesionalizante, sino en el de que las personas puedan encontrarle sentido a la vida y, al hacerlo, conectar con algo más grande que ellas”.

Hoy lo resume en una convicción que le da sentido a sus jornadas largas en rectoría. 

“Venir a trabajar todos los días por algo que es más grande que tú, que es la educación, que es conectar con las nuevas generaciones. La famosa pertenencia, lo que te da paz”.

Como decano de Liderazgo y Formación Estudiantil (LiFE) en el Tecnológico de Monterrey lidera un equipo de 2 mil 400 formadores en todo el país. 

"Mi misión es transformar la experiencia estudiantil mediante la integración de programas co-curriculares que fomentan el bienestar, la mentoría, y el desarrollo de liderazgo. Creo en un enfoque holístico que abarca el arte, la cultura y el deporte como motores de cambio", señala en su página de LinkedIn.

Y agrega algo que aprendió con los años: el propósito no es un punto fijo, sino un proceso continuo. 

“El florecer es vivir a plenitud. En esa búsqueda, preguntarte cuál es tu papel en este mundo es lo que le da sentido a todo".

 

Luis Raúl Domínguez, decano Tec
“La transformación que a mí me hace sentir más orgulloso es cuando decidí ser profesor y dedicarme a la educación, porque cuesta trabajo arrojarte y elegir”./Foto: Kevin Chaires

 

 

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